La exposición a tóxicos como el alcohol, cigarrillo, drogas y enfermedades de transmisión sexual, entre otros, es la principal enemiga de la salud reproductiva en nuestro país, que marca en el mundo una de las tasas de natalidad más bajas (1.3), y donde alrededor de 400 mil chilenos son infértiles.

Políticas públicas que aseguren al país educación y acceso igualitario a soluciones actuales como la preservación de óvulos y técnicas de fertilización in vitro son fundamentales para el futuro, ya que se estima que de seguir la tendencia actual, en el año 2064 van a morir más personas de las que nacen.  

Educar y prevenir a la población sobre los factores que afectan la posibilidad de ser padres e informar acerca de las soluciones más modernas y actuales destinadas a quienes tengan limitantes o deseen serlo en el momento que estimen, son las claves para que nuestra sociedad subsista en el tiempo, según indicó el doctor Aníbal Scarella Chamy, presidente de la Sociedad Chilena de Medicina Reproductiva (SOCMER), organismo científico que, en conjunto a Ferring y @poderfertilidad.cl (en Instagram) impulsan una fuerte campaña en junio, mes consignado a la fertilidad a través del simbólico lazo naranja.

“Lo anterior se torna urgente ya que la caída de la fecundidad es un fenómeno global que genera enormes implicancias para la salud pública, y también del tipo demográfico, social y económico”, sostiene el profesional, agregando que, de acuerdo a estadísticas del INE, hoy en Chile la natalidad es apenas de 1.3 hijos por mujer, lo que nos sitúa entre las tasas más bajas de Latinoamérica y el mundo.” En ello, que es transversal a todos los grupos socioeconómicos, participan diferentes variables como que 300 ó 400 mil chilenos son infértiles y la tendencia a postergar la maternidad.

Al respecto, el doctor Scarella señala que existen “enemigos públicos” que atentan contra la fertilidad de las parejas y frente a los cuales hay que cuidarse, siendo ellos la exposición a tóxicos como el cigarrillo, alcohol, drogas y ciertos compuestos químicos presentes en el medioambiente. A su vez el estrés y las enfermedades de transmisión sexual (ETS) que registran un alto aumento.

Otros son la obesidad y el sedentarismo que se incrementa progresivamente en hombres y mujeres, sobre todo en la población más joven y, probablemente, el más importante: la edad de la mujer. “El promedio de primer hijo hace dos décadas era a los 24 años y hoy está sobre los 30”, afirma el presidente de SOCMER, explicando que la fertilidad femenina está “diseñada biológicamente” para lograr un embarazo entre los 18 y 30 años.

“La educación en salud reproductiva debiese partir desde el nivel escolar”

“Si la población -afirma- no toma conciencia de esta realidad, tanto en Chile como en el mundo, se proyecta que para el año 2064 van a morir más personas de las que nacen, con todos los problemas que ello conllevaría socio-demográficamente”.

Ante esta realidad, se torna urgente educar a las personas partiendo desde el nivel escolar. “Así como aprendemos matemáticas, historia y otros ramos, debiésemos tener incorporados al currículo educación sexual que involucre no solo el sexo seguro o el uso del preservativo, sino también todos los cuidados que debe tener el hombre y la mujer en su salud reproductiva” manifiesta.

En el caso de las parejas que posponen los hijos por razones personales, económicas o laborales, el Dr. Scarella señala que debiesen existir políticas públicas que aseguren acceso igualitario en el sistema de salud a la medición progresiva de su fertilidad y, por otra parte,  a las soluciones más importantes de las que dispone la medicina, como es el caso de la preservación de óvulos y las técnicas de reproducción asistida que “si bien tienen un costo importante, pero va a ser mucho más bajo que los problemas socio-demográficos que vamos a tener en 20 años más”.

Preservar óvulos es una inversión de vida

Respecto al almacenamiento de óvulos para uso futuro, el Dr. Joaquín Errázuriz, secretario de SOCMER y médico de Clínica Alemana, señala que esta preservación ha ganado una importancia significativa en la medicina reproductiva chilena, ya que además de la postergación de la maternidad, es útil para mujeres que deben someterse a tratamientos médicos que pueden afectar su fertilidad, como es el caso de la quimio y radioterapia; así como también para mujeres en riesgo de infertilidad por padecer de endometriosis o insuficiencia ovárica.

“Esta técnica que consiste en congelar óvulos maduros mediante un proceso llamado vitrificación, para almacenarlos en tanques de nitrógeno líquido a temperaturas muy bajas hasta que la mujer decida utilizarlos, ha crecido de forma relevante en nuestro país por los avances tecnológicos, el aumento de clínicas especializadas, apoyo profesional de primera línea y creciente demanda de las usuarias”, explica el especialista.

Por otra parte, y en materia de técnicas de reproducción asistida, la Dra. Abril Salinas, vicepresidente de SOCMER y presidente del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva (ICMER), explica que las hay de baja complejidad (inducción de ovulación e inseminación intrauterina) y de alta complejidad como la fertilización in vitro con ICSI (microinyección intracitoplasmática que consiste en introducir un espermatozoide vivo dentro del óvulo).

“También existen técnicas que se agregan al tratamiento de fertilización in vitro, como por ejemplo el estudio de receptividad endometrial, consistente en tomar una biopsia del endometrio para poder ver cómo está la ventana implantacional, que es el momento específico en el cual el endometrio está receptivo para recibir el embrión y poder ver, según esto, el momento más propicio para transferir el embrión”, manifiesta la médico ginecóloga obstetra.