La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad crónica e inflamatoria de la piel que aparece con frecuencia durante la infancia. Recientemente se celebró el día mundial de esta enfermedad que, en los casos leves, tiende a mejorar durante la adolescencia, pero en sus formas severas puede persistir en la adultez o incluso debutar en este grupo de pacientes. Se estima que en Chile esta condición afecta a alrededor del 5% de la población, siendo más común en niños que en adultos[1].

Los síntomas de la dermatitis atópica varían según la persona, pero suelen incluir piel seca y agrietada, picazón intensa, erupciones, y áreas de la piel engrosadas y sensibles. Estos síntomas, además de su impacto físico, pueden influir negativamente en la calidad de vida de los pacientes, afectando su bienestar emocional y su vida social. Tal como comenta el Dr. Fernando Valenzuela, Profesor de Dermatología de la Universidad de Chile,  “la dermatitis atópica es muy frecuente. Puede ser fácilmente el 10% de la población pediátrica y entre 1% y 2% en la población adulta. La mayoría de los pacientes tiene una condición leve, pero un 2% puede desarrollar una forma severa de la enfermedad«.

Además de los síntomas físicos, la DA afecta la salud mental, generando estrés, ansiedad y depresión, y complicando la vida de quienes la padecen y de sus familias. Según el Dr. Javier Arellano Lorca, inmunodermatólogo, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Borja Arriarán, «la dermatitis atópica es una enfermedad frecuente en nuestro país. La prevalencia se estima en un 5%, pero la dermatitis atópica severa que requiere hospitalización es menor, afectando aproximadamente a un paciente por millón de habitantes«.

Barreras en el acceso a tratamiento en Chile

Una de las principales dificultades que enfrentan los pacientes chilenos con dermatitis atópica es el acceso a tratamientos adecuados. El Dr. Valenzuela destaca que «existen barreras en el acceso a especialistas, ya sean pediatras, dermatólogos o inmunólogos. Hay dificultades para acceder a tratamientos tópicos, fototerapia o sistémicos, y aún más en el caso de terapias de última generación«. Además, señala que “no existe una política pública que visibilice la enfermedad ni sus efectos en los pacientes y su entorno”, lo que resalta la necesidad de un mayor enfoque gubernamental en esta área.

Por su parte, el Dr. Arellano Lorca recalca que «la principal barrera es la oferta limitada de atención dermatológica, especialmente para aquellos con dermatitis atópica moderada o severa. El alto costo de las terapias también limita el acceso, ya que no están cubiertas por ninguna ley que garantice su tratamiento«. En este sentido, ambos especialistas coinciden en la necesidad de implementar políticas públicas que mejoren el acceso a terapias, especialmente para los casos severos.

Actualmente, en Chile sólo existen agrupaciones privadas de pacientes que brindan apoyo a quienes padecen dermatitis atópica. «Hay agrupaciones como Padece y Creciendo con Alergia que han fomentado instancias de educación para pacientes y médicos«, afirma el Dr. Arellano.

La dermatitis atópica y su relación con las alergias estacionales

La primavera es una época en la que muchos pacientes con dermatitis atópica ven exacerbados sus síntomas debido a factores como el polen y otros alérgenos presentes en el ambiente. El Dr. Valenzuela explica que «para la mayoría de los pacientes, la condición se agrava en primavera, aunque algunos pueden experimentar un empeoramiento durante el invierno«. El Dr. Arellano añade que «es importante que los pacientes tengan un control preventivo con su dermatólogo en estas épocas, para ajustar su tratamiento y prevenir brotes«.

La dermatitis atópica es una condición que afecta la calidad de vida de muchos chilenos, tanto en su salud física como emocional. La falta de acceso a tratamientos y la escasa visibilidad pública de la enfermedad resaltan la importancia de trabajar en políticas que faciliten el acceso a terapias y brinden apoyo integral a los pacientes y sus familias. Es fundamental que los afectados reciban un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado que les permita llevar una vida con menos complicaciones y un mayor bienestar.

 

 


[1] Arellano, Javier et al (2023) “Guía clínicas chilenas para el manejo de pacientes con dermatitis atópica».