Ricardo Cortés, gerente general de Medtronic en Chile
La mayoría de nosotros no puede imaginar lo que significa que, día tras día, acciones tan simples como levantarse de la cama, caminar, hacer deporte, se conviertan en un esfuerzo titánico debido a una condición que suele pasar desapercibida. El Día Mundial del Dolor es un recordatorio de una realidad invisible para muchos, pero que afecta a un tercio de la población chilena: el dolor crónico. Este enemigo silencioso, definido como aquel que persiste más allá de tres meses, ha sido finalmente reconocido como una enfermedad en la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
Las cifras son preocupantes. En Chile, el 32% de las personas vive con dolor crónico, y en el 85% de los casos, este dolor es moderado o severo. Las principales causas de esta dolencia son de origen osteomuscular, como el lumbago y la artrosis, que afectan gravemente la calidad de vida de millones de personas, llevando a algunos pacientes a abandonar su lucha cotidiana contra el dolor.
Vivir con dolor constante es una carga enorme. Este dolor no solo limita la capacidad para trabajar, descansar o disfrutar de las relaciones personales, sino que también afecta la posibilidad de vivir una vida plena. Miles de chilenos enfrentan esta realidad día a día, y lo hacen con el añadido de que, en un 30% de los casos, los tratamientos disponibles resultan ineficaces.
El impacto va más allá del sufrimiento individual. El ausentismo laboral vinculado al dolor crónico, especialmente en la población económicamente activa, afecta directamente la productividad del país. Las cifras son contundentes: el lumbago crónico es la principal causa de discapacidad en Chile, superando enfermedades como la hipertensión y la depresión.
El costo económico es igualmente significativo. El dolor crónico musculoesquelético representa un gasto de 550 mil millones de pesos, lo que equivale al 0,42% del PIB. Esta cifra subraya la urgencia de abordar este problema como una prioridad de salud pública.
En este Día Mundial del Dolor, es fundamental visibilizar esta realidad. Necesitamos invertir en investigación, mejorar el acceso a tratamientos eficaces y desarrollar políticas públicas que aborden el dolor crónico de manera integral. No podemos seguir ignorando el sufrimiento silencioso de millones de chilenos. El dolor crónico no debe seguir siendo una epidemia invisible.