Por Marta González Cruz, CEO y Co-Founder de Thinkey.
La brecha en el interés por las áreas STEM y el desarrollo del liderazgo femenino se debe, en gran medida, a construcciones culturales y sociales que limitan las oportunidades de las niñas desde la infancia. Desde pequeños se refuerzan estereotipos a través de juguetes, medios de comunicación y prácticas pedagógicas, enviando el mensaje de que la ciencia, las matemáticas y la ingeniería son campos para varones. Un estudio de la American Association of University Women concluye que la falta de modelos femeninos y la persistencia de estos estereotipos reducen significativamente la participación de las niñas en las disciplinas STEM .
En el aula, esta predisposición se traduce en expectativas diferenciadas: los docentes, a menudo de manera inconsciente, incentivan a los niños a involucrarse en actividades científicas, dejando a las niñas al margen de esas experiencias enriquecedoras. La UNESCO ha demostrado que cuando se exponen a modelos a seguir femeninos, las niñas muestran un mayor interés y rendimiento en áreas STEM, evidenciando que la barrera no es de capacidad sino de representación y apoyo .
Sin embargo, la problemática no se limita solo a la educación. La vida profesional y el desarrollo de liderazgo en ámbitos como el empresarial y la investigación también se ven afectados por factores estructurales. Un informe de McKinsey & Company evidencia que las empresas con mayor diversidad de género en sus equipos directivos tienen hasta un 25% más de probabilidad de obtener una rentabilidad superior a sus competidores. Asimismo, investigaciones de Catalyst indican que las organizaciones lideradas por mujeres adoptan modelos de gestión colaborativos y empáticos, lo cual favorece la cohesión y la eficacia en la toma de decisiones .
Además, es importante destacar que el entorno social y laboral impone barreras adicionales a las mujeres. Uno de los desafíos más significativos es la falta de apoyo en la crianza de los hijos. Mientras nuestros antepasados contaban con redes de apoyo comunitarias y familiares que permitían a las mujeres equilibrar sus responsabilidades laborales y personales, hoy en día, las mujeres recibimos menos soporte para la crianza. Según informes de la Organización Internacional del Trabajo, la carencia de políticas efectivas de cuidado infantil y el soporte comunitario insuficiente siguen siendo obstáculos significativos para la plena participación femenina en el mercado laboral . Esta falta de apoyo no solo dificulta el acceso a roles profesionales de interés, sino que también limita el potencial de liderazgo femenino, ya que muchas mujeres se ven obligadas a renunciar o a limitar su desarrollo profesional para asumir la carga de la crianza.
El liderazgo femenino ofrece múltiples ventajas, entre las que se destacan la diversidad de perspectivas, la empatía, la capacidad para el trabajo en equipo, una excelente gestión del tiempo y la habilidad para delegar responsabilidades. Estas características, combinadas con la resiliencia y la capacidad de adaptación, generan entornos laborales más colaborativos e innovadores. La integración de estos atributos es fundamental para impulsar la competitividad y la sostenibilidad de nuestras organizaciones.
En síntesis, la menor participación de las niñas en las ciencias no se debe a diferencias innatas, sino a una construcción cultural que limita sus posibilidades desde la infancia. Para revertir esta tendencia, es crucial transformar los mensajes educativos y sociales, reforzando el apoyo en la crianza de los hijos y promoviendo políticas que faciliten la conciliación entre la vida profesional y personal. Empoderar a las niñas y asegurar un entorno de apoyo integral es una inversión esencial para construir un futuro en el que la diversidad y el liderazgo femenino sean motores del progreso y la innovación.