Sequedad, pérdida de elasticidad y aparición de arrugas más marcadas son algunas de las transformaciones que sufre la piel durante la menopausia. Te explicamos por qué ocurre este fenómeno y te entregamos claves para cuidarse en esta etapa.

Cuando hablamos de menopausia, solemos pensar en bochornos, insomnio o cambios de ánimo. Sin embargo, hay un órgano que también la padece silenciosamente: la piel. En Chile, la edad promedio de inicio de la menopausia es alrededor de los 50 años y entre los 45 y 55 años, muchas mujeres comienzan a notar que su rostro y cuerpo se ven y se sienten diferentes. Y no es percepción: hay razones biológicas concretas detrás de estos cambios.

Durante la menopausia, el cuerpo deja de producir estrógenos en los niveles que solía generarlos. Esta hormona no solo regula el ciclo menstrual, sino que también desempeña un rol clave en la salud de la piel. “El estrógeno participa en la producción de colágeno, ácido hialurónico y lípidos naturales. Cuando disminuye, la piel pierde firmeza, se vuelve más fina y seca. Además, la función de barrera cutánea se ve comprometida, aumentando la sensibilidad y la vulnerabilidad a irritaciones.”, explica Magdalena Galarce, médico de familia de Farmacias Ahumada.

Y no sólo depende del estrógeno. También hay menor secreción sebácea, generando la pérdida de la función de barrera de la piel, lo que explica la sequedad de la misma, la sensación de picazón y el enrojecimiento (que se observa en alrededor del 75% de las mujeres perimenopáusicas y menopáusicas), junto con hacerla más vulnerable a factores externos.  

Asimismo, se observa una rápida disminución del colágeno después de la menopausia, con una pérdida de casi un tercio en los primeros cinco años y una disminución del 2,1 % anual durante los 15 años posteriores. “Se ha demostrado que, en lugar de estar relacionada con la edad cronológica, la pérdida de colágeno está relacionada con la edad posmenopáusica”, agrega la profesional.

Todo esto, sumado a la degeneración de la elastina que también aumenta con la menopausia –y se manifiesta con la piel flácida y aumento en las arrugas-  y al fotoenvejecimiento acumulado por años de exposición solar, conforma un escenario complejo para la piel madura.

Según datos de la Encuesta Nacional de Salud, más del 56% de las mujeres entre 50 y 64 años reporta cambios visibles en la piel asociados a la edad, incluyendo sequedad extrema y mayor sensibilidad. Estos síntomas pueden impactar la autoestima, la calidad de vida y, en algunos casos, derivar en cuadros dermatológicos como dermatitis o prurito senil. De hecho, de acuerdo a una amplia investigación observacional, las erupciones eccematosas, incluyendo la dermatitis alérgica de contacto y el eccema, fueron las dermatosis notificadas con mayor frecuencia en mujeres perimenopáusicas y menopáusicas.

Cuidarse también es conocerse

Un estudio realizado en 2022 por una renombrada marca de belleza, reveló que el 72% de las mujeres experimentan cambios en su piel durante la perimenopausia y menopausia. Sin embargo, el 55% de ellas no se sienten adecuadamente informadas para manejar estos síntomas.

La buena noticia es que estos efectos pueden mitigarse con hábitos saludables y una rutina de cuidado adecuada. No se trata de revertir el paso del tiempo, sino de acompañarlo con inteligencia.

De acuerdo con la profesional, estas son algunas recomendaciones basadas en evidencia:

  • Hidratación intensiva: Optar por cremas o emulsiones de bajo pH al menos una vez al día y que, ojalá, contengan principios activos como ácido hialurónico, glicerina, ceramidas, vitamina E o niacinamida.
  • Alimentación rica en antioxidantes: El consumo regular de frutas, verduras, omega 3, zinc y biotina favorece la regeneración celular y combate el estrés oxidativo.
  • Protección solar diaria: Asimismo, la doctora es enfática en este punto. “Aunque no estemos en verano, la piel menopáusica es más vulnerable a los rayos UV. Usar protector solar con SPF 30 o más debe ser parte de la rutina diaria, incluso en días nublados”, indica.
  • Evitar duchas muy largas, con agua muy caliente y con jabones agresivos o irritantes: El agua caliente y estos jabones remueven los aceites naturales de la piel, empeorando la sequedad.
  • Ejercicio físico regular e hidratación: Mejora la oxigenación y circulación sanguínea, lo que repercute positivamente en el aspecto cutáneo. “Dependiendo de la edad y condiciones base de salud, es importante la guía y una orientación profesional sobre qué tipo de actividad física es la más indicada. Además, tomar agua ayuda a mejorar la elasticidad y disminuir la sequedad de la piel”, añade la profesional.
  • Consultar a un o una dermatóloga: Si hay picazón persistente, manchas nuevas, lesiones o descamación, es importante descartar otras condiciones como eczema o psoriasis.

Por último, existe evidencia de que la terapia de reemplazo hormonal puede tener efectos beneficiosos sobre la piel, mejorando la hidratación, la elasticidad y el grosor de la misma, pero también presentar efectos secundarios como el hirsutismo (o crecimiento excesivo de vello), acné o alopecia androgénica, por lo que es importante la indicación y seguimiento médico de este tratamiento.

En palabras de la doctora, “la piel no es un envoltorio, es un órgano vivo que refleja lo que ocurre dentro de nuestro cuerpo. Entender sus cambios durante la menopausia es una forma de validarnos y cuidarnos con mayor cariño”. Porque en esta etapa de la vida, el cuidado personal no es un lujo, es salud para envejecer de manera digna.