A través del uso de materiales nobles, incorporación de plantas y árboles nativos, la Fundación Patio Vivo busca fomentar una mayor biodiversidad e incrementar el contacto de los niños, niñas y adolescentes con la naturaleza y su compromiso con el medioambiente, mejorando también la biodiversidad y promoviendo la resiliencia climática.
Reemplazar el cemento por ladrillo o madera, crear estructuras para fomentar el juego activo de los niños con materiales nobles e incorporar plantas, flores y árboles nativos en los colegios son algunas de las acciones que realiza la organización Patio Vivo a lo largo del país, con el objetivo de entregar espacios que fomenten el aprendizaje, mejoren el bienestar de los alumnos e impulse la resiliencia climática.
Los beneficios de incrementar la naturaleza en los establecimientos educacionales son múltiples. Por un lado, los profesores tienen un nuevo espacio donde hacer clases al aire libre, el que se ha visto es de mayor interés de los estudiantes. Además, el cuidado de los espacios es una tarea que deben compartir con los más pequeños, quienes ven cómo día a día las plantas se transforman. En esa misma línea, es que estudios realizados en Estados Unidos e Inglaterra han cifrado que los niños, niñas y adolescentes que se desenvuelven en estos ambientes tienen una conciencia 30% mayor de la importancia y protección del medioambiente.
“Las grandes ciudades cada vez tienen mayor densidad, lo que obliga a muchas personas a vivir en departamentos, incluso algunas veces sin jardín. Poder desarrollar estos espacios en las escuelas o jardines infantiles nos permite crear ciudades más equitativas en el acceso a áreas verdes, creando refugios climáticos que impactan en el desarrollo y calidad de vida de los estudiantes”, explica Marcial Huneeus, director de Innovación de Patio Vivo.
El uso de materiales más nobles y de suelos permeables que permiten que las aguas lluvias traspasen a otras capas subterráneas, reduce las temperaturas en los suelos y espacios, también impacta positivamente en el desarrollo de una mayor biodiversidad, permitiendo el regreso de distintos animales como pájaros o insectos que vuelvan a habitar los espacios que antes eran dominados por el cemento.
“Las escuelas son espacios estratégicos para regenerar la naturaleza: utilizan grandes superficies, congregan a un gran número de niños y niñas y están repartidas alrededor de la ciudad. Lamentablemente suelen ser amplias explanadas de cemento, estériles y poco estimulantes para los estudiantes. Ahí está la oportunidad de transformar los suelos y plantar árboles, para así promover el juego, el aprendizaje al aire libre, mejorar la calidad del aire, bajar las temperaturas y regenerar la biodiversidad”, afirma Ángela Ibáñez, co fundadora de Patio Vivo.
Patio Vivo es una fundación sin fines de lucro, que trabaja desde hace 10 años impulsando la transformación del espacio y la cultura de uso de los patios escolares. Esto lo hace plantando árboles, construyendo espacios de juegos y haciendo talleres de formación con los estudiantes y equipos docentes de los establecimientos, además implementa huertos urbanos que promueven la alimentación sustentable y saludable en liceos técnico profesionales. El trabajo de Patio Vivo fortalece el vínculo entre los niños, niñas y adolescentes con la naturaleza, promoviendo que las nuevas generaciones, crezcan empoderadas del cuidado del medio ambiente.